La alopecia androgenética es, con diferencia, la causa más común de pérdida de cabello tanto en hombres como en mujeres. Se estima que afecta a más del 50 % de los hombres y hasta un 40 % de las mujeres en algún momento de sus vidas.
Se trata de una condición progresiva y crónica, de origen hormonal y genético, en la que los folículos pilosos presentan sensibilidad a una hormona derivada de la testosterona: la dihidrotestosterona, conocida como DHT. Esta sensibilidad provoca una miniaturización progresiva del folículo, es decir, el cabello se vuelve cada vez más fino, corto y débil, hasta que deja de crecer por completo.
¿Cómo se manifiesta en los hombres?
En los hombres, la alopecia androgenética suele comenzar temprano, incluso desde los 20 o 30 años. La pérdida de cabello suele seguir un patrón bastante característico:
- Recesión de la línea frontal(las llamadas “entradas”).
- Adelgazamiento en la coronillao zona del vértex.
- Con el tiempo, estas dos áreas pueden unirse, dejando una zona calva extensa en la parte superior del cuero cabelludo, mientras que los laterales y la parte posterior se mantienen con densidad.
Este patrón está muy influido por la genética heredada, especialmente de la línea paterna o materna, y por los niveles de DHT, que tienden a actuar más agresivamente sobre los folículos de la zona superior.
¿Y en las mujeres?
En las mujeres, la alopecia androgenética se manifiesta de manera diferente. Es mucho menos agresiva, y rara vez conduce a una calvicie completa como en el caso masculino.
- El patrón más común en mujeres es una pérdida difusa de densidad.
- Afecta principalmente la parte superior de la cabeza.
- Se observa un ensanchamiento progresivo de la raya central, mientras que la línea frontal suele mantenerse intacta.
La causa hormonal también está presente en mujeres, pero con particularidades importantes:
- Los niveles de andrógenos(como la testosterona y la DHT) en mujeres son mucho más bajos que en hombres.
- No obstante, la sensibilidad de los folículosa estas hormonas puede ser suficiente para provocar miniaturización.
- En muchos casos, el desencadenante o agravante es un desequilibrio hormonal, como ocurre durante la pre-menopausia y la menopausia.
¿Por qué la menopausia tiene tanto que ver?
Durante la menopausia y en los años previos a ella (la perimenopausia), los niveles de estrógenos —que tienen un efecto protector sobre el cabello— disminuyen de forma significativa.
Este descenso rompe el equilibrio hormonal y deja vía libre a la acción de los andrógenos sobre los folículos, lo que puede acelerar o desencadenar la alopecia androgenética.
Además, este tipo de alopecia puede coincidir con otras condiciones frecuentes en esta etapa, como el hipotiroidismo o trastornos metabólicos, que también afectan la salud capilar.
La importancia del diagnóstico
Un error muy común es pensar que toda caída de cabello es igual, y automedicarse sin saber el origen real del problema.
Un diagnóstico preciso es clave.
Solo un dermatólogo o tricólogo puede confirmar si se trata de alopecia androgenética y descartar otras causas como:
- Efluvio telógeno (caída difusa temporal).
- Alopecia areata (de origen autoinmune).
- Deficiencias nutricionales.
- Trastornos tiroideos.
Para el diagnóstico suele incluir:
- Historia clínica detallada.
- Examen del cuero cabelludo y del patrón de caída.
- Pruebas hormonales y análisis de sangre.
- Tricoscopia o biopsia capilar si es necesario.
Cuanto antes se diagnostique, mejores son las posibilidades de frenar el avance y recuperar parte del cabello perdido.
¿Se puede prevenir?
La prevención total no siempre es posible, sobre todo si hay una carga genética fuerte. Pero sí se puede retrasar su aparición y minimizar sus efectos si se toman medidas adecuadas:
- Mantener una alimentación equilibrada, rica en hierro, zinc, biotina, proteínas y vitaminas del grupo B.
- Evitar el estrés crónico, que puede empeorar la caída.
- Evitar el uso frecuente de peinados muy tirantes, calor extremo y productos agresivos.
- Hacerse revisiones periódicassi hay antecedentes familiares.
En mujeres, controlar los cambios hormonales con la ayuda de un endocrino o ginecólogo puede ser fundamental, sobre todo en la etapa premenopáusica.