El paso del tiempo nos lleva al inexorable envejecimiento celular, es decir, a la ralentización de la capacidad regenerativa de nuestras células. Y es en nuestra piel, nuestro mayor órgano y el más visible, donde podemos apreciar este paso del tiempo.
Hilos tensores
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¿Por qué aparece la flacidez?
Pero no sólo el envejecimiento celular es el causante de la aparición de flacidez o descolgamiento de nuestra piel. Otros factores como los aumentos y pérdidas de peso a lo largo de nuestra vida, embarazos, dietas restrictivas, exceso de exposición a rayos UVA y UVB o incluso nuestra alimentación (pobre en proteínas) son factores que predisponen y favorecen la aparición de la laxitud en nuestra piel, también conocida como elastosis cutánea.
Hasta hace pocos años la única solución viable a esta condición era la cirugía. Al igual que un profesional de la costura en el ámbito textil, se trataba de eliminar el exceso de piel cortando el sobrante de las áreas afectadas para finalizar con una sutura de las zonas tratadas. Pero hoy en día, gracias a los avances de los laboratorios farmacéuticos, disponemos de nuevas técnicas, productos y aparatología que pueden ofrecer alternativas en algunos casos a estas cirugías.
Al igual que el envejecimiento cutáneo puede aparecer en diversas zonas de nuestra anatomía corporal también existen soluciones concretas a cada una de ellas. En este artículo nos centraremos en hablar de los hilos tensores. Por lo que pondremos el foco en los hilos faciales y también en los corporales.
¿Qué son los hilos tensores y que tipos existen?
Pero antes de continuar con las soluciones específicas para cada zona vamos a detallar qué son los hilos tensores, qué tipos existen, de qué están hechos y cómo se emplean.
Existen varias formas, materiales y diseños de hilos tensores en medicina estética. En los comienzos los hilos eran lisos y venían ya preparados y debidamente empaquetados para su colocación. En años posteriores se han desarrollado hilos con espículas en dos direcciones para que puedan fijarse por dentro de la piel una vez colocados y ejerzan mayor fuerza de sujeción. Básicamente están fabricados en tres tipos de materiales biocompatibles y probados clínicamente en otras técnicas y soluciones quirúrgicas: polidioxanona (PDO), policaprolactona (PCA) y ácido poliláctico (PLA). Estos materiales son utilizados diariamente en cirugías de traumatología y en la utilización de puntos de sutura siendo biodegradables en los meses posteriores a su implantación. Derivando en un proceso de producción de nuevo colágeno en la zona de colocación que a su vez genera una retracción del tejido cutáneo.
Al tener dos tipos de hilos, lisos o espiculados, con finalidades distintas deberemos elegir al más adecuado en base a nuestras expectativas. Los hilos lisos están más enfocados al rejuvenecimiento cutáneo, mientras que los hilos espiculados están más orientados a conseguir tracción y reposicionar tejido con descolgamiento o flacidez. La diferencia entre un concepto y el otro es la mejora del aspecto de la piel o la recolocación y tensión ésta.
Dependiendo de los anteriormente descrito junto con la zona a tratar: cejas, pómulos, papada, cara interna de brazos, abdomen o muslos de las piernas nuestro profesional médico determinará el tipo de hilo, el tamaño de éste y el número a emplear.
¿Cómo se realiza el tratamiento con hilos tensores?
La técnica de implantación es relativamente sencilla y ambulatoria, permitiéndonos seguir con nuestra actividad diaria sin necesidad de causar baja médica. Se basa en delimitar la zona de tratamiento dibujando la trayectoria que llevará el hilo en el plano subcutáneo. El hilo se introduce a través de una pequeña incisión en la piel que nos permitirá introducir la cánula que porta el hilo. La cánula es de punta roma (punta redondeada) para evitar traumatismos y con ello minimizar molestias y hematomas al paciente. Una vez introducida se tensa hasta colocar en la posición deseada el tejido cutáneo que queremos reposicionar. Se fija el hilo al tejido subcutáneo mediante un ligero masaje y se elimina el hilo excedente. Si hablamos de los tejidos de rejuvenecimiento simplemente habría que introducirlos en el área que queramos mejorar y la creación de nuevas fibras de colágeno junto con la retención de agua del propio proceso mejorará el aspecto de la piel. Estos efectos van a ser observables hasta pasados unos 3 años después.
¿Pueden aparecer efectos secundarios tras el tratamiento de hilos tensores?
Los efectos secundarios de la colocación de los hilos en las distintas partes del cuerpo vienen recogidos en la propia literatura del dispositivo médico y suelen ser: enrojecimiento de la zona, edema, inflamación, moraduras y/o hematomas. Para minimizar estos efectos secundarios nuestro profesional médico hará una revisión los días previos de la posible medicación que esté tomando el paciente para ajustarla y retomar las pautas normales tras el tratamiento. También se informa de ciertas actividades a evitar durante los días posteriores como son el ejercicio físico intenso o moderado, posición de dormir, tipo de ropa (en caso del tratamiento corporal), etc. También el protocolo de hidratación facial con cremas se verá afectado los días posteriores (en el caso de la colocación de hilos en la cara) para evitar la descolocación de los mismos y favorecer su correcta integración en el tejido.
Resumiendo lo que hemos podido leer sobre estos hilos tensores se trata de una técnica que se emplea desde los años 90 donde los materiales y forma de los hilos han ido progresando para alcanzar una biocompatibilidad, eficacia y seguridad siempre que se realice por personal médico debidamente entrenado. Su evolución nos ha conducido a básicamente dos tipos de hilos en cuanto a su forma dependiendo si buscamos un rejuvenecimiento de la piel o una tensión y recolocación. Y por último la aparición de los hilos corporales como alternativa a procedimientos quirúrgicos más invasivos. Resaltar que esta técnica no obtendrá unos resultados tan extremos como el lifting facial o la abdominoplastia, estando enfocado sobretodo a personas que se sitúen entre los 30 y 50 años de edad.
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